A mediados de la década de 2000, Starbucks, en su afán por la eficiencia, comenzó a perder el contacto emocional con sus clientes y el arte de preparar café. Al volver como CEO en 2008, Howard Schultz implementó el Design Thinking para abordar este problema. La empresa llevó a cabo una inmersión profunda en la experiencia de baristas y clientes, lo que reveló que la esencia de la marca se había perdido. A través de ideación, cerró temporalmente 7,100 tiendas para reentrenar baristas y reemplazó equipos automáticos. Estas decisiones revitalizaron la conexión humanidad-cliente, llevándola al éxito mediante una transformación cultural significativa.
Starbucks: La audaz aplicación de Design Thinking que revivió la experiencia del café